Hay un poco de verdad en esta declaración. Las mujeres parecen entrar en una relación diciendo: "Hay unas pocas cosas que no me gustan de él. Pero cuando yo termine con él, casi no lo vas a reconocer". Habitos y costumbres que pueden perjudicar el amor de tu parejaLos hombres generalmente entran a la relación diciendo: "Me siento como un rey cuando estoy con ella. Es maravillosa. Espero que nunca cambie. Con ella siempre quiero sentirme así". Este sentimiento es el que empuja al hombre hacia el matrimonio. Él quiere ser el héroe de ella por el resto de su vida. Pero una vez que la mujer se concentra en las debilidades del esposo y trata de cambiarlo, el amor comienza a morir. No importa si es el hombre o la mujer el que tiene la tendencia de cambiar a los demás, el resultado siempre será un efecto negativo sobre el matrimonio. Una mujer se irritaba por varias costumbres de su esposo: su mala postura, sus hábitos de comer, el tono de su voz y su estilo de vestir. Nada de ello lo hacía él intencionalmente para irritarla, y ninguna era intrínsecamente mala. Todas estas cosas eran particularidades inocentes de su personalidad. Es posible que otra mujer, con una personalidad diferente, no se hubiera sentido irritada en lo más mínimo por estos hábitos y probablemente se hubiera sentido dichosa de que este hombre fuera su esposo. Yo animé a esta mujer a aceptar a su marido como era, y también le sugerí al esposo que modificara esas costumbres que le resultaban tan molestas a su esposa. En vez de cooperar, él trató de convencerme de que tenía el derecho de hacer lo que él quisiera. Si a su esposa no le gustaba, eso era problema de ella. Ella necesitaba ser más adaptable, sugirió. Cuando estamos molestos por la conducta de otros, consideramos que son fastidiosos, inconsiderados y egoístas. Pero cuando nuestra conducta molesta a otra persona, insistimos en que tenemos el derecho de actuar como queremos y que la otra persona debería aceptarnos como somos. ¡Una doble norma de conducta en realidad! Jorge y Juana tenían un problema diferente. Lo que le molestaba mucho a Juana no era la conducta de Jorge, sino sus actividades. Cuando eran novios, él siempre decidía lo que iban a hacer. Si ella no deseaba participar en la actividad que él había escogido, se iba sin ella. Durante los primeros años de su matrimonio él salía a jugar tenis con sus amigos, frecuentaba eventos deportivos, o miraba deportes en la televisión. Aunque Juana trataba de disfrutar de los eventos deportivos con él, se cansaba de hacer lo mismo todo el tiempo. Los lunes por la noche, durante los juegos de fútbol, ella comenzó a mirar algo diferente en otra televisión de la casa. Para entretenerse durante los juegos de béisbol, ella comenzó a mantener un registro de todos los "hits", las carreras y los errores en una libreta. Jorge sabía que Juana resentía las actividades de él, pero de todos modos las continuaba. A pesar de que no tenía el propósito de herir a su esposa con la búsqueda de sus propios intereses, lo hacía al precio de la relación. El interés en un evento deportivo no es malo; pero cuando esto molesta al cónyuge, uno debe considerar el costo. Jorge argüía que si a Juana no le gustaban los deportes eso era problema de ella. En realidad era problema de los dos. Jorge necesitaba aceptar responsabilidad por la forma como su conducta afectaba a su esposa. Le tomó algún tiempo entender cómo funciona el amor. Después que entendió la relación entre su conducta y los sentimientos de ella, y cómo su proceder afectaba el amor que ella sentía por él, estuvo de acuerdo en practicar por lo menos una actividad que ambos pudieran disfrutar, además de limitar su participación en otros deportes. Algunos consejeros matrimoniales aconsejan que los cónyuges nunca planeen una actividad que no tenga el apoyo entusiasta del otro. Y el apoyo entusiasta no consiste en súplicas y ruegos o el acoso del cónyuge para que vaya a pescar o participe en un crucero, hasta que la persona ya no puede más y se rinde. Esto no es "apoyo entusiasta". Los hábitos irritantes y las conductas molestas afectan al matrimonio en forma muy parecida a los otros comportamientos negativos. Esta aseveración se aplica a los dos sexos. Todos anhelamos recibir aceptación en cantidades enormes. Pero al hombre le resulta partícularmente hiriente que su esposa trate de cambiarlo, porque esto corroe su necesidad primordial de ser apreciado, admirado y aprobado. Es imposible que las necesidades básicas del hombre sean satisfechas mientras su esposa está tratando de cambiarlo. Para la mujer este es un concepto extremadamente difícil de entender. En algunos casos pareciera casi como si un poder invisible obligara a la mujer a señalarle a su esposo sus errores o a tratar de cambiar algún comportamiento de él. Procurar cambios en la relación y mejorarla es una reacción natural para la mujer. Aunque la relación sea buena, a menudo las mujeres ven formas en las cuales ellas creen que la relación podría mejorar si tan sólo su cónyuge hiciera esto o lo otro. A pesar del hecho de que ella devotamente ama a su esposo y piensa que es "maravilloso", todavía siente la inclinación de mejorarlo. Cuando se dedica a su "Plan de Mejorar al Esposo", la mujer está motivada por el amor. Pero su cónyuge no lo percibe como amor, sino como un rechazo y una manipulación. Y parece que la reacción masculina más común a este tipo de falta de aceptación es la resistencia.
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