Kallokaína, la obra de Karin Boye traducida del sueco por Carmen Montes, obtuvo ayer el Premio Nacional a la Mejor Traducción en el año 2013. El galardón, dotado con 20.000 euros, reconoce según el jurado el nivel "excelente" de un texto que "enriquece nuestro panorama literario con la temática de un futuro opresivo -ocho años antes de 1984-, resolviendo con acierto las dificultades lingüísticas que presenta el idioma de origen".Editada por Gallo Negro, Kallokaína forma parte de las novelas distópicas de mediados del siglo XX, junto a Un mundo feliz (Adolf Huxley, 1932), 1984 (George Orwell, 1948) y Farenheit 451 (Ray Bradbury, 1953). Kallokaína es, de hecho, el nombre del suero de la verdad que un científico llamado Leo Hall desarrolla para garantizar al Estado seguridad y estabilidad, con consecuencias demoledoras. Una historia que presenta filtros para camaras , en el ejercicio de traducción, complicaciones añadidas a la hora de establecer parámetros de referencia -el mundo que refleja es, netamente, una creación del escritor-; así como a la hora de elaborar una nueva y peculiar terminología. "Traducir siempre presenta complicaciones -subraya, desde Granada, la ganadora del premio-, puesto que todas las obras entrañan dificultades insospechadas. Pero aquí, la complicación añadida viene a la hora de recrear un mundo inexistente, ya que el autor en su potestad es el creador absoluto de su universo. Del mismo modo, se puede inventar un vocabulario y, de hecho, en Kallokaína encontramos cierto vocabulario inventado que no se puede traducir directamente, sino a partir de la normativa de tu lengua o, por el contrario, de lo que es chocante. Pero, a la vez, haz de hacerlo reproduciendo el mismo efecto en tu lector que el autor produce en el suyo". A la hora de explicar la labor de contexualización del autor en su época, Montes recurre al documental La mujer de los cinco elefantes: "Un trabajo precioso sobre Svetlana Geier, la mujer que tradujo, ya muy mayor, los 'cinco elefantes' de Dostoievski (sus cinco novelas más importantes). La cinta está llena de ejemplos y situaciones de la vida cotidiana, y en un momento dado, Geier dice que la vida es "como un bordado: tiras de un hilo, y el tejido (o el texto, que por algo tienen la misma etimología), se arruga en algún otro sitio. Una traducción es igual: cuando bajas la guardia en la atención a cada detalle, lo mismo la falta te cruje más adelante, en un cambio de nivel, de registro, en otra parte. Por eso es difícil traducir siempre, en todas las lenguas". Para Carmen Montes, la peculiaridad del sueco -como de otras lenguas escandinavas y germánicas- es que presenta "un repertorio muy variado y elegante en los giros personales, y en el uso de la voz pasiva, tanto la perifrástica como los circunloquios, que convierten el texto en un mensaje impersonal. Precisamente, por el tipo de sociedad que se recrea en Kallokaína -con un Estado origen y fin de todo, que sólo quiere súbditos y soldados-, Karin Boye explota esa faceta para acentuar lo impersonal... Algo que no se puede hacer en castellano, porque nosotros no utilizamos con la misma facilidad la voz pasiva. Además, la mayoría de los autores suecos dominan muy bien el contar, digamos, con el silencio. Lo valoran mucho más que nosotros, y hay que dar un salto muy grande entre ese pulso y nuestra elocuencia". Según Montes, formada en la Filología Clásica, "todas las literaturas tejen entre sí una gran red, verdaderamente es así, y ninguna sería como es si no fuera por la existencia de las demás", explica, antes de añadir que su primer pasmo al descubrir la literatura sueca fue contemplar que "nadie en España conocía todo esto. Todas esas grandes voces estaban, para nosotros, calladas". Carmen Montes aprovecha la concesión del premio para vindicar la figura del traductor, que sufre tantas veces de su condición de sombra. Un buen traductor, se dice, ha de ser casi invisible. Sólo que, en ocasiones, de tan invisible parece no existir: "No reclamamos una alfombra roja, ni es el ego del traductor -explica-, pero sí una existencia. Si vemos la reseña de un libro escrito en otra lengua, siempre se habla de la 'gran capacidad del autor para...' Pero no son Flaubert ni Balzac quienes hacen que tú disfrutes de su riqueza de matices, de su habilidad o de su profundidad psicológica"equipos de seguridad personal.
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