Gracias a los adelantos de la ciencia médicas la expectativa de vida del ser humano cada vez se hace más larga, en consecuencia, son muchos los años fructíferos que quedan aún después de retirarse de la vida laboral. De hecho, muchos adultos mayores se encuentran con una gran cantidad de tiempo libre en sus manos, y buscan diferentes alternativas para poder aprovechar al máximo los años que le restan por vivir. Aprender idiomas en el extranjero puede llegar a convertirse en una alternativa ideal para esta situación de la vida. Mantenerse actualizados y encarar un proceso de aprendizaje es una excelente manera de contrarrestar la temida depresión en la tercera edad. Para muchas personas, su trabajo llenaba una gran parte de su vacío existencial, y en el momento en que pasan a retirarse de la vida activa laboral encuentran difícil llenar ese espacio en blanco. Además, es esperable que durante la tercera edad se pierdan muchos familiares, que conjugado con el aumento en los problemas de salud previsibles, pueden dar lugar a la aparición de un estado de ánimo negativo y depresivo. Viajar al extranjero para aprender un idioma puede convertirse en una actividad no sólo recreativa sino también en un verdadero desafío personal. Si esa persona ha sentido durante toda su vida que tiene una "asignatura pendiente" con respecto al aprendizaje de un segundo idioma, nunca mejor momento que el ahora para llevar a cabo un curso corto de máxima exposición que les permita conocer no sólo otro idioma sino también otra cultura, y relacionarse con gente de todas las nacionalidades. Viajar para aprender un idioma en la forma perfecta de hacer turismo, pues se comprenderá de forma mucho más acabada cómo se maneja esa sociedad, por medio de una experiencia en primera persona.
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